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sábado, 24 de julio de 2010

Lejos muy lejos



La realidad es esa, se queda muy lejos lo idealizado que tenía el mundo de la publicación. Creí que el camino a seguir era algo más o menos alcanzable, eso sí, siendo muy tenaz y acertado al cincuenta por ciento en la balanza. Pero el mundo de internet, al cual me resistí muchísimo -seguramente porque intuía lo mucho que terminaría con mi idealización acerca del mundo escrito- me lo está dejando muy claro cada día.
Hay mucha gente a la que le encanta escribir y que lo hace MUY bien, mucha gente que participa en concursos literarios con resultados positivos e incluso quienes se lanzan a enviar un manuscrito a una editorial y deciden publicarles. No es magia, ni casualidad, ni cosa que se le parezca, es talento, y a poco que te quedes en sus blog puede leerse no sin cierta envidia, a quién no le gustaría manejar su léxico con igual presteza.
Por lo tanto lejos quedan esas esperanzas de recorrer doscientas o trescientas páginas con la fe del ciego, o de intentar plasmar algo que no haya recogido libro alguno, al menos desde el mismo ángulo. Y es que circulan muy buenos escritores por ahí, algunos han publicado, y otros lo intentan con todas sus fuerzas. Otros intentamos poco a poco despertar de un sueño y aterrizar para siempre en la realidad seguros de que otros pilotos llegarán a todos los mundos por explorar.

Dejo las palabras de un maestro, Jose Luis Sampedro en su libro Escribir es vivir. Se me olvida todo lo que leo, pero revisando mis apuntes me lo encontré y aquí os lo dejo:

"La labor del escritor es como la de la vaca, lo observa todo, lo rumia, vuelve despacio a masticarlo todo y lo convierte en carne, el auténtico escritor siempre escribe con la carne. Luego el dueño la ordeña, vende la leche, se queda con los cuartos y le da un 10% para que siga produciendo".



2 comentarios:

  1. Realista Sampedro, pero jamás pierdas la fe ni las ganas o te perderás tú. Ánimo

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  2. No sirve solo con volar, tan importante es aprender a aterrizar, y estoy en ello.
    Durante años intenté explicarle a mi entorno este gusanillo de escribir, aún soporto las risitas. Ahora de golpe me encontré montones de personas con la misma necesidad de escribir, y niveles altísimos la verdad, de pronto ya no hay metas, hay un camino en muy buena compañía y lo que sobra es tiempo.
    Fascinante.

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