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sábado, 17 de abril de 2010

Care santos




Supe de Care Santos a través de internet, buscando buenos escritores que es a lo que me dedico desde hace dos años. Debo decir que internet era algo que me daba bastante miedo y que en casa se contrató porque mi hijo lo necesitó para estudiar la teórica del carnet de conducir, el tema me pareció lo bastante serio para correr riesgos. Sí, a veces estas cosas ocurren.Y ocurre que te encuentras con una escritora que ha publicado cuarenta libros y te preguntas a qué se dedica el ministerio de cultura, quién permite que la televisión de este país se llene de caspa día a día y que tú no te enteres de que existen escritores vivos en España capaces de tal hazaña. En todo caso si oíste hablar de algún escritor excepcional español era alguien rancio, que no te decía nada y a quien devolviste a la biblioteca con la sensación de que eras la persona más lela de la tierra porque no le encontrabas sustancia. Y resulta que al fin una escritora solita te cuenta algo que nadie se ha atrevido a contar y lo hace desde la honestidad desnuda, te envuelve en su historia y te muestra aquello que por desgracia podría pasarte; porque estas cosas pasan.Y no sólo eso si no que además es un libro que puede decirle a tu hija aquello que intentaste explicarle y no quiso escuchar. Puede dejar en su conciencia mil advertencias de que nada es lo que parece y que no está de más andarse con pies de plomo.Es un libro que como todos los de esta autora late, que es más de lo que algún premio novel ha podido conseguir. Cuando traje a casa la colección de libros Inseparables para siempre mi hija dejó de pertenecerme. Llegaba del instituto y en cuanto podía se sentaba con el libro en el sofá, y de pronto se le escuchaba reír como por cierto muy pocas veces la había escuchado reír, desde dentro del alma; cuando me asomaba para preguntarle de que se reía me lo leía en voz alta y después me contaba lo que había ido sucediendo y yo no daba crédito a que existiese una autora así, capaz de darle vida a todas las palabras y a cada sentimiento. Pero está y es una suerte que una madre y una hija puedan ponerse de acuerdo en algo: comprar uno a uno todos sus libros. Que por cierto son impagables, pero muy baratos aún en tiempos de crisis.

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